CAPÍTULO 4 - RESPUESTAS

2/4/2011

-   Adiós abuela. ¡Me voy ya!

-   Hija si no has desayunado…

-   Sí abuela,-suspiró exasperada-me he tomado un vaso de


leche pero no tengo mucha hambre y voy a llegar tarde.-finalizó cerrando la puerta tras de si.

- Un día de estos me mata de un susto.-susurró la abuela.

Ruth corrió para coger el autobús, estaba casi en la parada y allí parado el enorme vehículo, gracias al semáforo de los automóviles que aun estaba en rojo. Corrió como si de eso dependiera su vida, tenía un examen a primera hora. Le quedaban tres metros para llegar a la puerta delantera cuando el semáforo se puso en verde. El autobús se alejó poniendo distancia entre ambos. Ruth aró en seco maldiciendo al conductor, se dejó caer sobre el banco de la parada y miró el reloj, que llevaba en su muñeca derecha, quedaban quince minutos para que empezaran las clases y por extensión su examen. Suspiró agotada, otra vez le había pasado, creía que se estaban acabando esas pesadillas llevaban casi dos meses sin aparecer durante sus horas de descanso, pero hoy habían vuelto. Subió los pies al banco y puso la cara sobre las rodillas, cerró los ojos. Sintió un escalofrío al recordar ese terrible día. Y volvió a preguntarse como tantas otras veces por qué. Tenía que haber una explicación razonable a esa pregunta, por qué habían matado a su padre, por qué habían ido a por él a por nada más. Siguió dándole vueltas en los siguientes minutos hasta que vio como su autobús torcía la esquina. Se levantó y entró para quedarse de pie hasta su parada ya que todos los asientos estaban ocupados. Al llegar a la calle deseada salió de un saltó fuera del autobús. Caminó a paso rápido hasta la entrada del colegio. Aminoró el paso al caminar junto a la marea de puertas que inundaban el pasillo. Al llegar a su aula paró en seco y llamó con los nudillos a la puerta acristalada. Se oyó una silenciosa voz desde dentro:

- Pase señorita Villanueva.

- Buenos días.-saludó Ruth.-Siento el retraso.

- Siéntate hemos empezado el examen.

Cuando el profesor le dio su examen, comprobó como ya había sospechado antes que no recordaba nada. Puso algo en todas les preguntas aunque no existiera conexión alguna entre la pregunta y la respuesta. Cuando todo el mundo seguía escribiendo sobre el papel ella ya lo había entregado. Durante el resto de la clase se dedicó a mirar a las musarañas. Cuando sonó el pitido que anunciaba el intercambio se quedó sentada en la silla, apoyada en el respaldo. Su mejor amiga, Sara, se dirigió a ella.

- ¿Cómo lo has entregado tan rápido? Tú que siempre haces que los profesores lleguen tarde a la próxima clase porque esperan a que su alumna predilecta acabe el examen.-dijo sonriendo.

- Han vuelto-respondió Ruth sonriendo amargamente.

- ¿Quiénes han vuelto?

- Las pesadillas.

- Intenta pensar en eso, en que son pesadillas. Olvídalas cuanta menos atención muestres hacia ellas antes se irán.

- ¡No puedo olvidar algo que ocurrió realmente!-gritó Ruth algo enfadada.-Nunca las voy a olvidar, por lo menos hasta que…

- No empieces por favor. Creo que quieres morir antes de tiempo.

- No es eso…es que hasta que no sepa quien mató a mi padre y por qué, no voy a poder vivir tranquila, siempre viviré con ese miedo y esa inseguridad que desde pequeñita sentí en mi padre…como si él ya lo esperara.

- Deja de decir estupideces. Ya viene Tomás-el profesor de matemáticas- y no empieces a darle vueltas porque te conozco-dijo echándole una mirada cómplice.

- Vale-respondió Ruth con una mueca.

Intentó no pensar en eso en las próximas clases pero la mente continuamente se dirigía a ese punto.